En un pedestal sagrado para el tiempo
duermen los testigos
del tiempo,
testigos de grandes
lances,
testigos de vidas
mortales.
Tatuadas están en sus
cuerpos estas historias,
esculpidas,
moldeadas, grabadas a fuego, suspiradas
con el único
propósito de ser recordadas.
Confidentes que todo
lo ven
nunca escucharas su
voz.
Voz que se perdió
voz que se olvidó
y ahora solo son
estatuas
siervos de nuestro tiempo.
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