viernes, 21 de septiembre de 2012

Capitulo 3


La abuela Margaret
Y como os decía, ahora me toca partir hacia Granada, no sé que me depara este viaje pero sé que haré todo lo posible por ayudar a que sea menos traumático  y más cómodo el paso de Margaret, una mujer luchadora de 86 años, que según me han contado, tiene que poner rumbo hacia su próximo destino. Va a ser duro pues tiene a sus tres hijos y  siete nietos que son la fuerza y la ilusión de su vida, por lo que ha luchado con todas fuerzas a lo largo de su vida, pero ahora debe de partir hacia su nueva vida y dejar que ellos sigan con la suya en la tierra.
Bueno pues aquí estoy en el tren camino de Granada, os sonara raro pero aunque pueda teletransportarme, prefiero viajar como una persona mortal y ver el paisaje que se abre entorno a mis ojos de la majestuosa ciudad de Granada. Tengo que confesar que en mi vida mortal siempre me eclipso y cautivó esta ciudad pero nunca pude viajar aquí por motivos muy dispares, asique ahora que puedo, disfruto de las vistas no creo que sea tan malo ¿no?.  En lo que dura el trayecto me da tiempo a leerme el informe de la abuela Margaret, es increíble esta mujer sin conocerla ya hace que sienta un profundo respeto por ella, presiento que este viaje no va ser como los otros, será más doloroso no solo por ella sino por sus hijos, perderán un gran pilar en sus vidas pero sé que son fuertes como su madre y aunque al principio les costará, con la ayuda de sus parejas y sus hijos saldrán adelante y tendrán una vida tan satisfactoria como la de su madre, además no sé porque me da que…  puede que incluso aunque no la vean la sentirán. Me encanta mi trabajo aunque… tenga momentos muy duros.
Este último pensamiento me hace recordar a la joven de la ventana, ¿cómo se estará? ¿Seguirá sintiéndose vacía? Bufff, me concentro, cierro los ojos aislándome de todo he intento buscarla a través de la maraña de voces que llegan a mi cabeza pero nada, no consigo escucharla, creo que será mejor que durante este viaje me concentré en Margaret y su familia, ellos se lo merecen asique eso haré.
Después de cuatro horas y media presiento que estoy llegando miro a través de la ventana y vualá Granada aparece ante mis ojos, la mayoría de los viajeros se acercan a las ventanas para ver como el tren se aproxima a la ciudad solo algunos perdidos entre ordenadores y conversaciones al teléfono se pierden este momento único. Algún día se darán cuenta del tiempo perdido, es cierto que trabajar es importante y necesario pero pienso que el trabajo no lo es todo, por dios tienen una vida por vivir que están desaprovechando… en fin son sus vidas.
Ya con mis pies en el andén puedo sentir como Margaret presiente que es su hora e indirectamente me llama, está preparada y sabe que es su hora pero no quiere dejar a su familia. Cierro mis ojos y me concentro en su voz, cuando los abro estoy en un pasillos de hospital a cinco pasos de la habitación 232, desde donde estoy puedo escuchar unas vocecillas que felices ajenas a los que está por  pasar, ríen y le cuentan una y mil anécdotas a su queridísima abuela. Siente que en esa habitación hay felicidad y preocupación pues intuye que también se encuentran sus hijos con ella. Miro el pasillo y veo que cerca de donde estoy hay un banco y me dirijo hacia él, quiero percibir y escuchar que es lo que está pasando en esa habitación. Pasados menos de diez minutos veo como una enfermera camina por el pasillo y escucho como se va repitiendo mentalmente lo que tiene que hacer… mmm va a la habitación 232 creo que es hora de ponerme en marcha. Me aparezco en esa habitación, y como esperaba los pequeños se quedan mirándome, estos chiquillos siempre nos descubrirían ante los adultos si no fuera porque no pueden vernos, pero pasados unos segundos, dejo de ser su centro de atención pues ven como una enfermera entra y les dice a los presentes que tienen que salir un momento al pasillo y que luego podrán pasar. Por supuesto, el pequeño John no está de acuerdo, es el más pequeño y siente una verdadera debilidad por su abuela asique es su madre Lucia la que tiene que cogerle de los brazos de su abuela, despidiéndose de esta con un beso para darla fuerzas. Cuando nos quedamos solos en la habitación, es cuando veo realmente el estado de Margaret reflejado en sus ojos, la enfermera parece darse cuenta al igual que yo y al pasar por su lado la apreta el hombro y prepara el material para cambiarla el suero. En este momento soy testigo mudo de dos personas con sentimientos muy distintos y a la vez muy parecidos, por un lado la enfermera, esto es lo que menos la gusta de su trabajo pero sabe que no se puede hacer nada y se siente frustrada e impotente asique lo único que puede hacer es que el tiempo que le queda a los pacientes terminales sea el más llevadero posible, que nos les duela ni les moleste nada y que disfruten de su familia el tiempo que les quede. Por otro lado, esta Margaret, el motivo de que yo esté en esta habitación, es increíble aun en esta situación solo reza por los suyos. Margaret es católica asique reza porque los ángeles y dios cuiden a su familia cuando ella no este y que dios la acoja en su seno para descansar de una vida dura. Por supuesto, es lo que la espera, no se merece otra cosa mejor, lo que ella no sabe es que tendrá que tomar una de las decisiones más importantes de su vida cuando  de el paso de cambiar esta vida terrenal por una vida eterna.
Pasados unos minutos la enfermera se marcha, no antes de decirla que si necesita algo, cualquier cosa, que pulse el botón rojo que está al lado de su cama y sonreírla, es sincera no tiene sentimientos oscuros… me gustan este tipo de personas.  Cuando sale de la habitación no puedo evitar sonreír al ver un huracán de niños correr directos a abrazar a su abuela y por detrás a unos segundos de diferencia, los padres de estos pronunciando  las típicas regañinas de: tened cuidado no hagáis daño a la abuela; no se corre por el hospital, etc. Pero velo preocupado en los ojos de Margaret ha desaparecido nada más verlos y ha sido remplazado por una sonrisa de felicidad plena, esta con su familia a pesar de todo.
Después de estar unas horas con ellos creo que es el momento de dejarles solos un rato, salgo fuera del hospital y cuando salgo por la puerta veo como de repente me atraviesa una camilla con una persona junto con dos médicos, una enfermera y un celador. Cuando me pasan giro mi cabeza hacia el lugar por donde han desaparecido y creo que ha sido un accidente de tráfico, por las lesiones que presenta el cuerpo, otra más… en fin, mira por los alrededores y veo como un hombre trajeado de blanco se acerca por la puerta, es raro porque me está mirando… supongo que mirará alguien que está detrás de mí, asique sigo caminando, cuando de repente una persona le atraviesa, es otro guardián.
Normalmente nos solemos reconocer pero… con lo que pasó…., bueno en conclusión que ahora somos muchos y tenemos mucho cuidado de quien nos vean ya que según me han contado seguimos en peligro… . Sí, somos inmortales pero la mortalidad no es eterna, hay formas de reconvertirte en mortal y morir llegado el caso, pero ese conocimiento solo lo tienen los jefes de arriba, los arcángeles o sabios blancos, así son conocidos.
Ya han pasado dos semanas desde que llegue a Granada y la verdad es que Margaret ha empeorado mucho desde entonces. Desde hace menos de cinco días no me separo de su cama a la espera de que se rinda y esté preparada para marcharse, presiento que hoy será el día, no se pero se está haciendo duro sobre todo para su familia. Uno de mis dones es que si me acerco a alguien y le toco, todo su sufrimiento se desvanecerá pero estos días, lo he intentado todo con su familia, reconfortar a sus hijos pero ha llegado un momento en que aunque les ayude a desaparecer momentáneamente ese dolor en sus corazones se está instalando un vacio por la creciente aproximación de la defunción de su madre. Todos presienten que no le queda mucho, incluso el pequeño John de tres años, lleva días sin comer apenas, esta inapetente y no ríe casi, al igual que María, Carlos, Elena, Alberto y Marcos. A pesar de todo, los pequeños no quieren separarse de su abuela como sus padres, nadie quiere perder la oportunidad de despedirse de su abuela o madre. 
Margaret a lo largo de estos días ha tenido tiempo de hablar con cada uno a solas y de despedirse, es cierto que es una situación muy triste pero la abuela ha sido capaz de darle a cada uno la suficiente fuerza como para reponerse y luchar por ser felices, aunque ella se marche seguirán siendo una familia y eso no deben de olvidarlo si quieren salir de este bache. Como siempre dice Margaret: “Las cosas pasan por algo, Dios lo manda así y tenemos que aceptarlo. Asique recordar que siempre estaré con vosotros cuidándoos, siempre estaré en vuestros corazones cuando me necesitéis… siempre podréis contar conmigo”. El pitido de una maquina me sobresalta y miro hacia el pasillo, veo como dos médicos junto con dos enfermeras se acercan corriendo a la habitación y como antes de que estos lleguen, se asoma al pasillo María, una de las hijas de Margaret, con lagrimas en los ojos y pidiendo ayuda…. Es la hora será mejor que marche junto a ella. Entro en la habitación y todo es puro caos, los niños son sacados de la habitación casi a empujones por los padres mientras lloran y gritan y los mayores lloran en silencio, rezan temiéndose lo peor. Cuando miro hacia la cama veo a Margaret mirando su propio cuerpo desde arriba, no entiende nada, levanta la cabeza y es cuando me ve, se acerca a mí y yo sonrió, cree que soy un ángel, bueno… seré un ángel para ella, seré su ángel, la toma de la mano y la llevo hacia una esquina de la habitación donde los dos nos quedamos mirando hacia la sala, donde el personal de sanidad intenta hacer todo lo posible por recuperarla, mientras el pitido incesante de la maquina no para. Ella me mira y me dice: ¿Es la hora verdad?, yo asiento con mi cabeza y nos marchamos de la habitación hacia el pasillo donde está su familia, se que quiere despedirse a su modo asique la dejo espacio y me separa unos pasos del sitio pero siempre atento a lo que pueda pasar. Acaricia y besa a todos, los habla al oído dándoles palabras de fuerza y animo, pasado un tiempo se aproxima a mí y me pregunta: ¿estarán bien?, dirijo mi mirada hacia la familia que se encuentra hablando ya con los médicos y veo a cuatro personas que me miran desde allí, cerramos  los ojos y lo que me hacen ver sobre el futuro de los allí presentes, me hace sonreír, tanto que no hace falta que la conteste, la vieja y sabia abuela sabe la respuesta y ella sonríe plenamente por primera vez en su nueva vida. Sabe que estarán bien, que serán felices y que alguien les cuidará por ella. Pero yo sonrió mucho mas, no sabe que a lo mejor, algún día, la darán la oportunidad de cuidarlos ella misma y de asegurarse personalmente de que estén bien. Nos quedamos un rato mas mirando a sus familiares parecen que se van calmando y se apoyan unos a los otros, Margaret sonríe están haciendo lo que ella les pidió y yo sonrió más aun sabiendo que algún día volverán a encontrarse, mientras esperamos muevo mi cabeza hacia un lado y algo me dice que ya es la hora de partir, y de que ella se enfrente a su nueva vida. La cojo de la mano y la doy un pequeño tirón me mira y asiente, se pone a mi lado y marchamos caminando en un sentimiento de paz permanente.

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